Una furtiva lágrima
corrio por mi mejilla
cuando te vi partir
con tu media costilla.
Quizás,si alguna vez
nos volvemos a encontrar,
en la calle,en algún bar,
nos saludaremos como amigos,
retiraré un gris mechón,
de tu frente, de tu cabello.
Me dirás ¡Que guapa estás!
Yo te diré¡Tu tampoco estás mal!
Y te dejaré volver a marchar,
y luego,a solas,en mi cama
con mi almohada,
esta vez la lágrima
no será furtiva
porque lloraré con ganas.
¡Que cobarde fuí!
¿Porque te dejé marchar otra vez?