¡Qué importa ya!
Ya nada importa
que ponga menos huevos la gallina,
la ciencia ha creado
una máquina que la reemplaza.
Ya vale nada que el trigal
no prospere en las plantaciones,
pues de otros litorales
llega fácil a la mesa
un pan genérico
y a precio muy bajo.
Si la vaca no da leche,
¿Qué leche va a dar, si no hay pastales?
¡Ya inventaron una fórmula
de laboratorio para abastecernos!
Qué importa ya
que no exista un corazón sensible,
que no haya un alma vestida de verde
que no se dibujen sonrisas en los niños,
si el último humano auténtico
se extinguió hace siglos
y el mundo lo gobierna hoy
el imperio de la máquina.
Qué importa ya
que el último árbol pierda sus brazos,
que el turpial no adorne el cielo
y que el arroyo no cante en el campo.
Qué importa ya
que los ojos que me cautivan
sean lentes de contacto
y que la sonrisa que pretende
alegrar mi alma
tenga un halo artificioso.
Qué importa ya,
si mi corazón
hace mucho se adaptó
y tiene una carcasa plástica
para no sentir el dolor
propio ni ajeno.
¡Qué importa ya!