Osman Rivera

Señor Armstrong

Estoy completamente seguro,

que el señor Armstrong tendría envidia

de este pobre poeta idiota,

al darse cuenta que fui el primero en pisar todos sus lunares

y sobre ellos enarbolar banderas.

 

La primera vez de mis manos sobre

sus piernas, vientre y pechos

supe que su cuerpo tenía otra gravedad,

desde su cadera contemple la tierra con tanta felicidad,

y alguien me dijo que no tenía derecho de sentir tanto jubilo

y mucho menos de estar allí.