En Cuenca hacía frío,
yo lo relacionaba con tu estado de ánimo y con tus líos,
luego hacía calor;
decía que se evaporaban los ríos por algo desconocido como era el amor,
o mejor;
que llovía pero no se decía de los días donde nos sentíamos peor...
Uff,
trataba de rimar nuestros nombres dándome cuenta que solo soy un pobre hombre,
que frente a ti y tus ánimos se vuelve un torpe sin conseguir algo conmovedor
más que la satisfacción propia de saber que de este clima:
eres tú lo mejor...