Te canto bajito una balada
en el lenguaje de la brisa,
te respiro profundo,
me adentro en ti.
Camino sobre roca ardiente,
soñando con fantasmas vivos,
escucho esa voz entrañable,
que sin cesar delira en ser navío,
para que viaje en ella.
Camino sobre una roca prestada,
reparando sonrisas que estallaron
en mil pedazos al ser mordidas.
Cuando las caricias medran,
yo bailo una danza frenética
con la inmensidad,
escondida en cada pliegue
que el tiempo no lastimó.
…y lloro si la alegría se aleja disimulada
huyendo del rocío triste,
entonces busco un motivo para sonreír,
y lo clavo en los pliegues de mis labios,
para que el día pueda parir la simiente
donde guarecerme, sin perderme.
Maricel Peña R.
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