-Vente a vivir conmigo.
- ¿No iremos demasiado rápidos? Da vértigo.
-Puede, pero tengo tantas ganas de empezar a pasar juntos el tiempo que nos quede de vida que asumo el vértigo.
-Yo no tengo dudas, claro que sí. ¿Y tú, que me abres tus puertas, me conoces aunque sea lo mínimamente suficiente?
-Te conozco mucho más que ese mínimo suficiente porque conozco tus ojos, me hablan de ti constantemente, de tu bondad, de tus sueños, de tu ilusión y tu pasión. Desde el primer momento ya empecé a quererte. Te amo. Vente a vivir conmigo.