Una poesía brota de mí
como un ser que goza
de la más pura autodeterminación.
Ella me dibuja
su belleza contornea mi alma
e ilumina hasta la noche más cerrada.
Me acaricia con cada verso
que mi mano suelta
y es su voluntad
hacer que me exilie
de esta ficción mal actuada,
la realidad que no soy.
Una poesía me hace
mientras la hago,
no sólo yo la escribo,
ella me escribe y esculpe e inmortaliza,
me sueña. me vive. me goza.
Ella es la artista,
la gran actriz de la pasión y los sueños.