kavanarudén

En una playa solitaria

 

 

Descendía la noche.

Los rumores cesaban.

La brisa se hacía presente, más fría que de costumbre.

Ella oteaba el horizonte. Su mirada se perdía mientras oía el batir de las olas. 

La playa desierta le daba una sensación de soledad inmensa. Ahí estaba, en silencio, vacía y con una profunda tristeza que se traducía en abundantes lágrimas que acariciaban su rostro de nácar. Se sentó en la arena, se abrazó fuerte  y siguió contemplando ensimismada en sus pensamientos.

¿Vale la pena amar? ¿Vale la pena vivir? - preguntas que se hacía a todas horas - . Se prometió enterrar ese sentimiento aquel día para siempre en su amada playa. La misma que en más de una ocasión recorrió cogida de su mano. Era feliz a su lado hasta que….

¡¡¡Se acabó!!!¡Basta! No, no vale la pena. - gritó en vos alta - 

A lo lejos las luces de una barca se hacían más fuertes, conforme se hacían presente las tinieblas. Así se sintió, como aquella barca en medio del inmenso mar, movida por las olas que representaban su tormento, solitaria, a la deriva, sin un rumbo fijo. 

Nunca más se supo de ella. Nadie la volvió a ver. Unos dicen que se fue a un lugar lejano y desconocido, otros que se adentró al mar hasta dejar de respirar. Hay quien defiende que se convirtió en estrella solitaria y se estableció en el firmamento inmenso. Los más osados que en sirena se transformó y a las profundidades se fue a llorar sus penas.

Perdona mi atrevimiento según tu parecer, ¿qué sucedió?