Es tanta la soledad que él aún sabiendo el delirio, fragmenta su mirada en pequeños pedazos lúgubres, trasnochado sus recuerdos por la velocidad con la que viaja la sangre cada que la ventisca de su aliento quiebra en la curva de su cuello,
Sostenindo como de lugar el eco del jemido hasta su inminente olvido.
Hperafan.