25 de Enero del 2019
Me encontraba, a pleno medio día, en una de las tiendas donde suelo fumar de vez en cuando un cigarrillo.
-Mi madre murió de cáncer en el páncreas. Fumaba y bebía café excesivamente desde los 13 años. Fumaba ese cigarrillo, no sé si usted lo conoce, ese sin filtro.
-Piel roja.
En la universidad le llamamos Pechis, un pechis con su humo denso, que quema la garganta y los pulmones. Pensé en ese momento que quería uno. Aspiraba mi cigarrillo, escuchaba y pensaba, cáncer de páncreas…
-Cuando descubrieron el cáncer ya no era operable, y a pesar de que mi madre estaba muy enferma no dejaba el cigarrillo, era mejor darle un palazo en la cabeza que decirle que dejara de fumar.
Solté en ese momento una sutil sonrisa y recordé una charla con Edison hace algún tiempo:
-Usted está igual que la vieja de una película muy buena; la señora está sentada en un escritorio, tiene corbata, enciende un cigarrillo y un aparato cogió la corbata y empezó a ahorcarla. No podía respirar, cuando por fin pudo desatascar la corbata, se llevó el cigarrillo a la boca, aspiró y exclamó: ¡casi me ahorco!.
-¡Ja ja ja!
No puedo recordar el nombre de la película pero quiero verla, él tiene razón, estoy igual que el personaje que me contó.
-Mamita, ¿usted trabaja en la plaza de mercado?
-No, trabajo dos días en la semana en la Despensa Popular, empaco papa allí. Mi madre distribuye papa al por mayor y yo le ayudo con unos empaques. Actualmente soy estudiante.
-¿Qué estudia?
-Estoy intentando terminar la carrera de Ingeniería de Petróleos.
-¿Le falta mucho?
-No… llevo dos años atascada con proyecto de grado. Estoy empezando uno actualmente.
En ese momento sonó mi celular, al mirar la pantalla no reconocí el número, contesté.
-¿Si?
-Hola gordita, ¿cómo estás?
-¿Con quién hablo?
-¿Quién es la única que te dice gordita?
En ese momento pensé en que no había una persona que fuese única por decirle a alguien “gordita”, en mi ambiente no la hay.
-No, no sé, ¿con quién hablo?
-Bebita, con E.
-¡Ah!, hola bebé.
-Gordita, entra y revisa el grupo de WhatsApp del proyecto. A escribió y no sé qué tan buenas o malas noticias son.
-Ok, bebé.
-Te llamo ahora.
-Vale.
Colgué y pensé inmediatamente en si ya estaría lista el agua sintética que necesitamos para empezar las pruebas de laboratorio y terminar ese proyecto relativamente nuevo, lo llevamos en curso hace 4 meses pero la realidad es que han sido 4 meses en los que no me esmeré como podría hacerlo. A, en el chat, básicamente decía que cambiaríamos de proyecto y que necesitaba hablar con nosotras para detallarnos la situación… no sentí nada, no me molesté con la vida, ni con mi co-directora ni conmigo misma; sonreí y me despedí de la señora con la que hablaba, llegué a casa, me bañé, almorcé y me dirigí a la Universidad a una reunión de último momento para saber qué detalles debíamos hablar sobre “un nuevo proyecto”.
En el bus pensaba en las veces que he cambiado de proyecto, 4 en su totalidad, y me decía: he cambiado el proyecto de grado más veces que mis calzones.
No pude sentir nada, ya no puedo sentir nada. Los 2 primeros proyectos me absorbieron, sacaron lo mejor y lo peor de mí, me enseñaron a conocer mis capacidades y mis falencias, me enseñaron a investigar. Demostraron la terquedad innata de mi ser hacia todo, terquedad o perseverancia, porque en aquel entonces luché contra todo y todos para terminarlos. Solté y agarré, agarré y solté. De esas dos posturas me costó excesivamente soltar, si hubiese sido una persona más consciente y sensata de la situación hubiese desertado cuando dejé el primer proyecto y me hubiese salido de esa empresa que estaba jugando con mi tiempo y mi paciencia pero en aquel momento me asaltaron las dudas frente a mis flojas relaciones con mis compañeros y docentes, conseguir un proyecto nuevo no sería tarea fácil y el miedo ganó la batalla y yo terminé aceptando un nuevo proyecto con la misma empresa. Nueva compañera, nuevo proyecto, misma empresa. Ese era el error. Pasaron 7 meses más y todo terminó con una llamada donde se acabó mi paciencia.
Mediados de Septiembre del 2018
-Hola Alexandra, con S.
-Hola S, ¿cómo estás?
-Bien Alexandra, te llamaba para decirte que estamos en desacuerdo con el hecho de pagar para que nos realicen el agua para las pruebas. Debiste llamarnos cuando conseguiste la reunión con el profesor P y así nosotros habríamos hablado con él.
Ese mismo día unas horas antes
-Hola Ingeniero, soy la chica que le ha escrito por WhatsApp y ha llamado en diferentes ocasiones, mucho gusto, Alexandra.
-Hola Alexandra, ¿tú eres la amiga de L. C.?
-No ingeniero, es mi compañera, E.
-Hola E.
-Hola Ingeniero.
-L. C. me dijo que las atendiera, estoy muy ocupado, pero vamos a ver qué es lo que necesitan.
Seré una persona muy dominante e imponente, pero en los dos proyectos que había llevado hasta ese momento me caractericé por llevar las riendas, por asumir los errores sola y compartir las victorias, y en general, por armas líos innecesarios al parecer; ese día no sería la excepción, debía exponerle el caso al Ingeniero P aunque el tiempo que nos prestara fuese producto de las buenas relaciones de mi compañera.
-Ingeniero, sucede que necesitamos elaborar un agua que simule las características del agua de producción de un campo X. Nuestro co-director nos había comentado que había hablado con usted aproximadamente hace 3 meses y que usted se encontraba muy interesado en el proyecto que estamos llevando a cabo con la empresa y que realizaría el trabajo sin costo alguno, sólo con la condición de que saquemos una publicación terminado el proyecto.
-¿Para qué quiero publicaciones de estudiantes de pregrado si tengo los de míos de doctorado?
Esa última pregunta fue formulada en un tono bastante elevado.
-No tengo nada más qué hablar con ustedes, estoy ocupado.
-Ingeniero, espere, hablemos un momento y miremos qué se puede hacer. Necesitamos realizar el agua con características de contaminantes X, Y y Z.
-Realizaría el agua como un servicio del laboratorio que llevo, tendría un costo.
-Ok Ingeniero, hablemos.
En esa reunión se aclararon los parámetros del agua de producción y nos dimos cuenta que había sido una completa mentira que el Ingeniero P había hablado con nuestro co-director, H, y que estaba interesado en una publicación y que no debíamos preocuparnos por la composición del agua porque el mismo Ingeniero P nos proporcionaría una. Jaque Mate había gritado H hacía 3 meses.
-S, lo que sucede es que no fue una reunión programada, fue imprevista y se dio porque un contacto de E habló con el profesor y le pidió, amablemente, como un favor personal, que nos atendiera.
-Alexandra, vuelve a sacar una reunión con el profesor.
Estábamos con E en una cafetería, ella escuchaba con atención, seguramente pudo observar mi expresión y el enrojecimiento de mi cara y sólo observaba, no decía nada.
-S, te repito, el Ingeniero P no nos ha dado reuniones, fue porque el amigo de E le dijo que nos atendiera y llegamos hasta él sin avisar, sabiendo que estaría en la oficina.
-Mira Alexandra, XCRT es una empresa de Investigación y Desarrollo, nos parece injusto que nos vayan a cobrar por realizar un agua que es para la investigación y desarrollo de la industria, saca una nueva reunión.
¡Investigación y Desarrollo los cojones del presidente Duque!
-S, ¿qué quieres que haga?, el ingeniero P no nos da reuniones.
Duré tres meses persiguiendo al Ingeniero, escribiendo, llamando, llegando de sorpresa a su oficina. Sabía perfectamente que no otorgaría reuniones.
-No sé Alexandra, busca la reunión.
En esos momentos la paciencia se fue derecho a la mierda y allá se quedó.
-Pero, ¿de dónde me saco la reunión S?, ¿de dónde me la saco?, ¿de dónde?, el ingeniero no da reuniones. Ustedes me pidieron soluciones, le he traído una solución.
En esos momentos ya estaba gritando por el celular y sabía perfectamente que estaba en altavoz, que me escuchaban todos los empleados de XCRT y que el gerente estaba allí escuchando mi tono de voz, el mismo gerente que un día quiso acostarse conmigo y que me había dado su apoyo incondicional, independientemente de que no hubiese querido aceptar una relación sexual con él.
-Entonces no sé Alexandra, vamos a revisar el costo del agua y les comunicamos si es posible o no.
-Ok, S.
Se cortó la comunicación y yo pensaba en año y medio de sufrimientos, de acosos laborales, de misoginia, de ineptitud. El proyecto anterior a ese de aguas de producción me había sacado lágrimas, que si hubiesen podido ser de sangre lo habrían sido. Había cometido el mayor error de mi existencia por seguir las ideas erróneas que concebía mi madre en aquel entonces frente al tipo de persona con la que debía llevar una relación amorosa; una vez más, al igual que al momento de escoger una carrera profesional, seguía una idea muy equívoca de ella, ¿dónde se había quedado mi autonomía?, ¿acaso la había tenido algún momento de mi vida?
M, ingeniero químico, empleado de esa empresa quería tener una relación conmigo, a mí no me interesaba pero seguramente mi madre pensó que era lo mejor para mí, para mi proyecto y mi carrera y me dijo un día en el que le contaba la situación:
-Contéstale los mensajes.
Como no quería pasar de boca en boca en una empresa (cosa que sí sucedió) y quería hacer un cambio de dirección frente a las relaciones que había tenido hasta ese momento y habían fallado inminentemente, acepté las pretensiones del ingeniero químico y me embarqué en la peor relación con un hombre hasta ese momento de mi existencia; traicionar la intuición tiene un precio muy alto.
Problemas de drogas y alcohol, una mente dispersa, fuera de sintonía, una mente que se caracterizaba únicamente por el entendimiento de las matemáticas y la ingeniería en general, el resto era nada, basura andante. M nunca tuvo la menor idea sobre quién era yo. Yo sólo estaba ahí, salía con él y sus amigos, tomábamos, hacía las labores del proyecto, me obligaba a querer algo que no quería, simplemente me obligaba rechazando mi poca identidad. Obligándome descubrí que el tal M tenía una relación con una mujer mayor que le mantenía sus adicciones y dando un paso firme hacia atrás decidí cortar una relación infructífera y que me conduciría a un lugar tenebroso. En algún momento, recuerdo que mi madre quiso persuadirme de la decisión que estaba tomando:
-¿Acaso te vas a casar con él?, termina el proyecto, saca partido de la situación y después para la mierda.
No puedo ser así, no he podido ser una mujer que se aprovecha de su condición vaginal para obtener todo en la vida, tampoco lo reprocho pero no lo apruebo para mí. Me sentía jodida.
-Este malparido ya me jodió.
-¿Jodida de qué?, ¿acaso tienes hijos?, no llores.
Desde el primer momento en que acepté tener una relación con ese personaje mis sueños cambiaron, despertaba después de tener pesadillas, soñaba que tenía abortos, que perdía los pies, que sangraba, sangraba y sangraba, que tenía hemorragias. Siempre he soñado y he creído en un aviso premonitorio en cada escena mental mientras duermo, en aquel momento hice caso omiso de las pesadillas y pasé momentos catastróficos. Cuando terminé esa asquerosa relación conocí el verdadero acoso del hombre hacia la mujer en un ambiente laboral. Recibía mensajes y contestaba llamadas que se tornaban en altercados, recibía amenazas con lo que más me importaba en ese momento que era terminar el proyecto y emprender un nuevo ciclo.
-Alexandra, si no vuelves conmigo no sé quién va a dirigirles el proyecto, tú sabes que el ingeniero J no sabe una mierda de eso y se van a quedar solas.
-Perfecto M, voy a averiguar con quién tengo que entenderme para el proyecto.
Redacté un correo dirigido a toda la empresa donde preguntaba básicamente con quién tenía qué entenderme y lo que necesitábamos para realizar el proyecto. Fue contestado por M y remitido a todos también. En ese momento pensé que se terminaba el acoso. Pensamiento erróneo.
Pasó un mes y medio y llegó A. M., joven de procedencia rusa, socio de la empresa. ¿Seré yo sexualmente atractiva?, o, ¿tendré cara de puta?; A. M. estaría por una semana supervisando ciertas labores, entre esas estaría revisando los avances del grupo de Simulación. Mi compañera de ese tiempo, T, en esa semana dejó de realizar la investigación correspondiente, sólo mantenía sus ojos y su atención en el ruso, quería ver al ruso. A mí me importaba una mierda en ese momento todo, sólo quería encontrar las ecuaciones, hacer mi trabajo y que ese proceso terminara. Fumo, fumo demasiado, escribiendo este texto he fumado casi un paquete completo de Belmont, llega un momento en que nada tiene sentido cuando expreso mis adentros, cuando suelto los dedos y la imaginación. Un día de esa semana, salí del Centic a fumar un cigarrillo, sabía que el ruso fumaba y yo había perdido el encendedor.
-A. M.
Le hice una seña de si tenía encendedor, hablaba sólo en inglés y a mí no se me facilita hablar ese idioma.
-Yes Alexandra, let’s go.
No sé por qué quiso ir, no sé si fue que me hice entender mal, pero me siguió, salió bastante feliz, sus pasos parecían danza al seguirme; cuando salíamos pude sentir las miradas tras de mí, mi compañera y sus celos, M y sus celos enfermizos, los ojos de S y S. M. (en ese momento S era un estudiante más). Aun así continué el camino, salimos del edificio, encendimos los cigarrillos y A. M. empezó a hablar conmigo. Después de dos años no recuerdo la conversación que tuvimos, creo que fue direccionada hacia lo que hacía en Rusia, quién era, en qué trabajaba. Se terminó el cigarrillo y esa semana volvió el acoso, o, nunca se había ido, simplemente estaba oculto, esperando al acecho.
No soy mujer propiedad de nadie y menos de un hombre que está muy lejos de ese título. Soy orgullosa, terca, dominante y autoritaria. Tengo 26 años y he vivido como quizás muchas mujeres de mi edad no lo han hecho. Conozco mi fuerza, mis alcances y los estallidos mentales en ciertas situaciones. Sé tener paciencia, y, eso no quiere decir que no viva en constante preocupación frente a alguna situación determinada, pero sé tener paciencia y sé perderla con toda las de ley. Siempre he sido salvaje, pero en pocas ocasiones he dejado que lo animal e irracional salga de mí. Conozco muy bien esa parte de mí. Añoro la libertad así no la tenga, deseo mantener lo poco que he conseguido de ella, y, en ese año la quería más que nunca, quería estar libre de todos y todo.
Esa semana ocupaban a A. M. con todo, le llegaban visitas inesperadas que no le dejaban espacio para salir a compartir un cigarrillo, él se dedicaba a atender y responder preguntas estúpidas formuladas en un mal inglés de estudiantes estúpidos mientras sus ojos me seguían cuando yo recorría el camino que llevaba a fuera del edificio, mientras yo sacaba el espacio para fumar. En esos momentos, más que nunca, sentía el peso de un hijueputa manipulador. Estaba cansada, hasta la coronilla, de que quisieran encarcelarme en algo que había terminado dos meses atrás.
Viernes, último día de encuentro con A.M.
Frente a todos y sin reparo alguno dirigí una pregunta al ruso:
-A. M., ¿vamos por unas cervezas más tarde?
Esos ojos se iluminaron mientras los delgados labios se abrieron para decir:
-Sí Alexandra, vamos.
-Vamos con T.
-Ok, déjame llamar a H para avisarle que no venga por mí, que llegue más tarde.
Fue notorio en el rostro de A.M que no quería salir con T pero aceptó la invitación amablemente, como siempre se mostraba. Esa noche, compartimos los tres unas cervezas. Sólo tenía dos objetivos esa reunión, reafirmar mi postura de libertad y hablar con A.M., un buen socio de la empresa, sobre el asunto con M y comunicarle que eso había terminado y que me habían acosado. No habría sexo, no habría besos, no habría tan siquiera un roce de manos. Sólo quería comunicar por algún medio a toda la empresa que esa relación había finalizado hacía mucho atrás. Esa noche, por boca de A.M. supe que precisamente seguían pensando que mantenía una relación con M, y que éste nunca había aclarado la situación y que seguía diciendo que Alexandra era su novia.
H, mi co-director, es un misógino, y ese día llegó a recoger a A.M, al bar, con fastidio, notorio fastidio. Eso fue todo. Al día siguiente recibí correos de M con copia a todos los empleados e ingenieros de la empresa, incluyendo al gerente J. F., haciendo exigencias laborales y amenazando con la hora de entrega. Esa mañana, por el grupo de WhatsApp grupal que manteníamos con T y M, me amenazó con sacarme del proyecto pasando una carta al gerente en la cual se expondría un caso de violación de términos de confidencialidad. Esa mañana no pude recibir llamadas porque precisamente en esos momentos el celular murió, le entró un virus o algo y dijo adiós. Esa misma mañana lloré desesperadamente, sin entender, sin comprender una sola palabra de todo. Esa mañana mi madre cogió el teléfono de ella y salió a la calle, volvió gritando, entró gritando, amenazando. Esa mañana me enteré de que M discutía con ella y le decía que yo parecía una “puta barata” fumando cigarrillos con el ruso, que él era el jefe del ruso, que yo había violado no sé qué términos de confidencialidad y que me iba a sacar del proyecto y que no sólo eso, que me iba a joder la carrera completa porque él tenía mucho poder en la Universidad. Mi madre gritaba y le decía:
-Perfecto, usted se mete con ella y yo lo demando, aténgase a una demanda.
Él le respondía que la única manera para que no hiciera nada de todas las amenazas que proliferaba era que yo me presentara ante él a pedirle perdón de rodillas, hasta que me sangraran. Mi madre se reía y le respondía:
-Por encima de mi cadáver mi hija le va a pedir perdón a usted de rodillas, mueva un solo dedo y lo demando, y sepa que lo estoy grabando.
Y yo, sentada en el comedor, lloraba sin parar. Me sentí en aquel momento indefensa, como una niña, sin entender el ambiente laboral en el que estaba, nunca en la universidad me dieron una cátedra sobre ese tipo de experiencias, los cursos intentaron enseñarme desde simulación hasta matar un pozo cuando se presentara un influjo de gas, pero jamás, jamás alguien había expuesto el panorama del acoso laboral y cómo reaccionar frente a ello y jamás, en toda mi existencia, había estado rodeada de gente tan, no hay más palabras, hijueputa.
¿Cómo terminó?, llamé a un familiar con mucha influencia en el área de geología en la universidad y pedí su consejo, me direccionó y aclaró las pautas a seguir. Hablé con mi director de proyecto, le expuse el caso y sutilmente lo amenacé con la presencia de mi familiar, al cual, en ese momento, por su excelente currículo, la universidad le pagaba el doctorado.
Pasé vergüenzas como nunca las quise pasar, pero seguí. Al final, el encargado habló con M, debíamos continuar el proyecto y no debía acosarme, pero ese proyecto se estancó, se estancaría porque estaba yo ahí, así que a la primera oportunidad de cambio de proyecto lo hice, con compañera nueva, la anterior aunque no tuvo la culpa de nada olvidó la identidad de género y se mantuvo cerca a M porque sólo le interesaba el simulador. A pesar del cambio de proyecto, M, en cada seminario del proyecto nuevo intentaba hacernos quedar mal con preguntas, pero yo le conocía y preparaba las respuestas, nunca pudo hacernos flaquear. H, se reía y me hacía señas que indicaban que mis respuestas eran certeras y directas al meollo, se reía de la situación y la disfrutaba y J, mi nueva directora, no tenía ni puta idea del proyecto, pero asistía porque ella sí tenía identidad de género y se apiadaba de mi situación. Por cuestiones laborales, M fue despedido y yo libre, el peso en los hombros se había alivianado. En estos momentos no sé cómo logré continuar, cómo pude levantar la cabeza, llegar a reuniones y seminarios, pararme frente a todos, exponer como siempre lo había hecho, responder inquietudes y avanzar toda la parte teórica en menos de un mes, porque fue así, en menos de un mes tenía toda la teoría para realizar pruebas en el proyecto de aguas de producción. No sé cómo pude ir a celebraciones, soportar la presencia de M y de todos y no salir corriendo. Lo hice, ¿cómo?, no sé, pero tengo la certeza que si volviese a vivir la situación lo haría de nuevo, iría con la frente en alto, inmutable, sin correr, sin que supiesen el tormento que llevaba dentro y los miedos, iría con mi orgullo más grande que nunca y seguiría el camino que debía recorrer.
En esa cafetería, después de colgar la llamada, con el rostro enrojecido, recordaba todo eso, año y medio de fracasos y aprendizajes. No podía perder más tiempo, renunciaría al proyecto nuevamente porque llevaba 7 meses estancado, como el anterior. E siempre ha hecho lo que a mí se me ocurre, sea en teoría de proyecto o simplemente en acciones a realizar para lograr avanzar. Le dije que quería redactar una carta para presentar a J, nuestra directora, para aclarar ciertas dudas y así lo hicimos. Los puntos claves era saber si habría el presupuesto para la realización de las pruebas y las pruebas que se necesitaban según el diseño de experimentos que había elaborado sola unos meses atrás; fue necesario detallar todo y ser repetitivas en el asunto porque nadie en esa empresa estaba al tanto del proyecto. El punto final de la carta apelaba a la consideración y la respuesta inmediata porque era necesario que supiéramos con certeza si podríamos realizar el proyecto o no porque eso estaba impidiendo nuestra meta de alcanzar el título de ingenieras de petróleos y nos sentíamos comprometidas con XCRT.
H, se indignó y nos mandó a la mierda con palabras tan sutiles como aquí ninguna tiene un contrato y no las están obligando a estar con XCRT, pueden irse cuando quieran, lo único que hay es un acuerdo de confidencialidad y finalizaba la respuesta diciendo que a pesar de eso estaban muy dispuestos a aclarar la situación y redireccionar el proyecto. ¿Garantías?, sólo para la empresa, al resto les pueden ir metiendo un dedo en el orto. ¿Redireccionar?, mejor me metía el dedo en el orto yo misma.
Mi directora, J, que no sabía nada y nunca se había interesado realmente en instruirse acerca del proyecto no podía ayudarnos con la situación y se exasperaba con la constante presión que ejercía en ella, y eso que jamás quise ser intensa realmente. El redireccionamiento era realizar un simulador para el proceso en aguas de producción a través de CFD. En esa empresa nadie maneja CFD, era absurdo. E se tiene fe y lo quería intentar, yo conocía el tema, la complejidad de una simulación CFD, si no manejo Matlab, herramienta tan sencilla, ¡sí simularía en CFD y lo programaría!, tener fe es diferente a la esperanza. El redireccionamiento implicaría más tiempo perdido, más esfuerzos y más mierda innecesaria en pocas palabras.
E se tenía fe y yo dejé que lo intentara, le dije que investigara y mirara, que hablara con estudiantes de maestría que manejaran CDF y así lo hicimos, lo hicimos porque al final tuve que hablar con ellos del proceso que se quería llevar a cabo porque E no tenía ni puta idea de qué reacciones se necesitaban simular, los parámetros a tener en cuenta ni la definición del proceso como tal y las ecuaciones de energía y otras, y todos los estudiantes de maestría descartaron su conocimiento de CFD para la simulación de un proceso como la conversión de contaminantes en otros componentes menos tóxicos a través de la energía cavitacional creada en un agua de producción. Dos días le duró la ilusión a E y yo ayudé intencionadamente a destruirla, investigué más y le mostraba las ecuaciones del proceso y cómo se supondría que debíamos simular y resolverlas. Mientras todo eso ocurría, por cuestiones de la vida misma, o, quizás por la bondad de un alma bastante observadora, el ingeniero P en una nueva oportunidad de reunión inesperada habló conmigo acerca del agua que necesitaba, me enseñó el panorama y me propuso una manera de conseguir lo que quería. Debía conseguir 3 barriles de agua de producción para usarla como matriz y dosificarla con los contaminantes que se suponía estábamos estudiando. Sabía perfectamente que no tendríamos el agua de producción y menos tres barriles y se lo hice saber al Ingeniero P, éste me orientó y me dijo que presionara diciendo que él me había ofrecido proyecto de grado, y yo, aprovechando la oportunidad de la conversación le pregunté si de verdad podía ofrecerme un proyecto, él sonrió mientras decía:
- ¿Año y medio?, y, ¿su compañera?
-Sí, es duro dejar tirado el trabajo de año y medio, pero conozco a mi gente, no van a conseguir el agua de producción, y mi compañera se vendría conmigo.
Es cierto que en algún momento quise dejarla atrás pero nunca he podido, sin importar la incompetencia y la falta de compromiso, la llevaría conmigo si ella quería.
-Vaya y presione y si no funciona, viene y miramos unos proyectos que tengo con aguas del ICP.
La despedida con XCRT fue muy drástica, en especial con mi exdirectora J:
-Ingeniera, sucede que necesitamos los tres barriles de agua de producción, el ingeniero P no puede sintetizar una DQO y la única solución es tener la matriz y dosificarla con X y Y, Z podemos dejarlo atrás.
-Alexandra, XCRT no va a brindarnos ningún apoyo, a mí H me sacó hace mucho tiempo, asistía a las reuniones, pero sólo porque ustedes iban, inclusive al ingeniero J lo van a sacar, H se pasa por encima de la autoridad de él que es el jefe inmediato. Alexandra, y, ¿por qué no se inventan los resultados?, ustedes tienen mucha bibliografía, es poner números de acorde a la investigación y ya, así evitas tu problema con la permanencia y puedes graduarte, no hay que ser tan cerrados en el asunto y esto es un proyecto de pregrado, no de maestría ni doctoral; inclusive a mí me tocó “acomodar” ciertos números en mi proyecto de maestría porque no quisieron darme las pruebas restantes y mi urgencia era graduarme.
En ese momento no supe qué pensar ni cómo reaccionar, era el segundo intento de que hiciéramos fraude con el proyecto y sin pensarlo un sólo momento respondí:
-Ingeniera, la entiendo, pero yo no podría volver a mirarme la cara en el espejo sabiendo que me inventé todo un proyecto, mis principios y mis valores no permiten hacer eso.
-Alexandra, no hay más, esperar que respondan la carta que ustedes enviaron y ya, a veces no hay que ser tan duros con las situaciones.
-Ingeniera, es que aquí todo es puro chisme, así no se puede, uno dice una cosa y el otro otra… no mk, así no se puede.
En ese momento se salió una de mis expresiones y la ingeniera se molestó, creo que pensó que le faltaba el respeto y más con lo que le había querido decir acerca del descaro que tuvo al insinuarnos que hiciéramos completo fraude en un proyecto, una cosa es acomodar unos cuantos números y otra es inventarlos.
-Alexandra, ¿a usted quién la metió en este proyecto?, yo respondo por E pero no por usted.
E estaba ahí observando la situación en completo silencio mientras yo con una sonrisa de burla le respondía:
-El ingeniero J.
El ingeniero J es casi que el mentor de la ingeniera J, J-J, y ella le obedece en todo. Ese mismo ingeniero J que H estaba usando de papel higiénico en todo momento, H con 26 años y J con unos 50 años, ese mismo H que J había metido a la empresa dos años atrás. El mismo J que quería acostarse con mi mejor amiga y por la cual entré yo allí porque ella le dijo que era buena estudiante, empezó todo mal, debía terminar todo mal. H nos odiaba por eso, porque se supone que a las mujeres “nos es todo más fácil” por tener vagina y abrir las piernas. Durante año y medio quise demostrarle a H que estaba equivocado, que yo no me acostaba con alguien por los beneficios que podría obtener, aunque me obligué a tener una relación con M por seguirle las ideas a mi mamá, así ella no pueda aceptarlo ni asumirlo ahora y así yo ya no quiera recordarle algo tan estúpido como eso. H siempre supo todo, sabía que el gerente quería tener sexo conmigo y sabía que yo le había rechazado pero que aun así hablábamos porque a mí siempre me pareció un caballero, culto, elegante, divertido y libre. Año y medio donde di lo mejor de mí, con la esperanza de que cambiara esa percepción que tenía de las mujeres, bonitas como mi mejor amiga, medio bonitas como yo.
-Miraremos qué se puede hacer Alexandra, estoy ocupada trabajando, adiós chicas.
-Adiós ingeniera.
Ese día sentí qué es hacerse cargo de todo, de lo bueno y de lo malo, sentí cómo se debe asumir un odio colectivo cuando se fastidia a la gente con sólo decir lo que se piensa y exigir mayor respeto, conocí la ineptitud también. Ese día me despedí de XCRT para siempre.
4 meses después, con todo lo vivido, ¿lloraría porque me cambien el proyecto a última hora y deba redireccionarlo un poco?, ¿me enojaría con la vida, conmigo, con todo?, ¿entraría en desespero? No, no puedo sentir nada más, ni alegría, ni tristeza. No he salido de ese letargo mental que me produjeron tantas equivocaciones, atropellos, inocencia e ignorancia. He tenido que vivir con la ansiedad que se desató después de pasar noches en vela llorando por todo lo sucedido y de soportar el estrés de la universidad y la presión de mi madre por no haberme graduado a tiempo. No puedo sentir nada, no puedo permitirme sentir algo porque soy consciente de mi fragilidad mental, cualquier alteración no controlada, cualquier mínima sensación me conducen a pasar noches sin dormir y días sin comer mientras padezco ataques de ansiedad donde siento que tendré un infarto cardiaco, que podría tener cáncer de pulmón o garganta, mientras pienso en que estoy padeciendo de ansiedad y soy hipocondriaca al mismo tiempo que aspiro más de 10 cigarrillos diarios, sabiendo cómo empeoro mi ansiedad y pasando de estados de melancolía y desespero a calma y risa, recordando la película de la vieja del cigarro. Estoy cansada, excesivamente cansada y he querido dejar todo atrás, siento que no tengo las fuerzas suficientes para investigar, redactar y volver a empezar, estoy muy agotada. ¿Qué es esa voz que me dice que debo continuar?, ¿qué permite que tenga la idea de que aún no he sido derrotada?
Día de hoy
Una sola situación como la que viví en dos años puede enseñar mucho, entre esas, la precaución frente a todo, o, el temor ante todo, no he logrado discernir si es temor o precaución.
He escrito porque quiero despojar todo de mí y recordarme que yo, soy Morrigan, diosa de la guerra y la destrucción, diosa-guerrera, diosa de la guerra y la destrucción, de la vida después de la muerte, diosa de la fertilidad y la sensualidad, trinidad en su cultura. Siempre he querido verme como Morrigan, resurgiendo de la muerte, resurgiendo después de cada golpe, levantando el vuelo, siendo todo en un conjunto específico de contrariedad, vida y muerte. He querido ser tanto Morrigan que un día, si tengo hijos, quisiera que fuese una niña, una niña a la que llamaría Morrigan, diosa guerrera.
Todo el escrito no ha sido más que un recordatorio porque he sentido que las fuerzas se han ido y me niego a renunciar a ellas, me niego rotundamente a darme por vencida así lo sienta una y mil veces y así la ansiedad me esté carcomiendo por dentro. ¿Qué es esa voz que me dice que debo continuar?, es la voz de Morrigan, avivando mi ser y autoproclamándose una vez más, infundiendo valor para batallar esta guerra que es la vida hasta el final.
Aún debo aprender mucho y responder ciertos interrogantes, pero seguiré, mientras respiré seguiré en el proceso que se llama vivir. Esto no fue un cuento, fueron hechos reales.