No hay punto final
que detenga esta pasión
el ímpetu y la conmoción
que desangra por igual.
A la espera de tu risa
tus ojos puras caricias
en tu boca de algodón
poeta de ocasión
que tiembla entre sonetos
cuando pierde la razón.
¿Qué voy a hacer?
Con esas estrellas fugaces
que una noche me entregaste
el castillo entre las nubes
y ese canto de jilguero,
se los tiraré algún perro
y que se lama las patas
porque el pensamiento que ata
suelta el amor en sus versos.