Horas de un vano aliento.
(Regresión).
Soñando en la noche oscura, en horas de un vano aliento, me fui a divisar la luna que carga con su recuerdo. Por verla como en momentos de gloria para mi alma, me fui a recordar el tiempo en donde yo pude hallarla.
¡Qué triste era Carolina!, ¡qué triste era su camino! Su nombre era todo enigma, y enigma era su delirio. Jamás se sintió princesa, ni hermosa ni delicada, mas yo la veía perfecta, cual ángel de blancas alas.
Soñarla en la noche eterna fue siempre mi buen deseo, fue gusto de mi quimera y el gozo de mi hondo sueño. Y aún cuando yo la amaba igual como lo hace un ciego, jamás creyó en la palabra que me hizo latir el pecho.
¡Qué triste era Carolina!, ¡qué triste su pensamiento! Su nombre me daba vida, y ahora parezco un muerto. Jamás me sintió su amado, ni quiso que yo la amara: no quiso que de mis labios un beso le hurtara el habla.
Soñando en la noche oscura, en horas de un vano aliento, me fui a divisar la luna que carga con su recuerdo. Por verla como en momentos de gloria para mi alma, me fui a imaginar el beso que nunca logró alcanzarla.