Te pierdo cada tanto,
te vas flotando cuando duermo,
mientras sueño,
y tus pasos no tocan en suelo,
tratando de no dejarme huella.
Te pierdo cada tanto,
aunque te seguiré hablando,
mientras me aliste para salir,
para encontrarte en esa esquina,
y verte desde lejos sonriendo,
aunque sea frente a otro cuerpo.
Te pierdo cada tanto,
y seguiré pensando en ti,
cuando escuche el soplido tenue,
del espacio negro,
a la hora que se cae el cielo.
Seguiré derramando oleadas de aguardiente,
en cada domingo vacío,
y viendo tu cara en la cúspide
de las noches repletas de cristales y malestares.
Te pierdo cada tanto,
que ya me acostumbré,
que eres como la primavera,
que llega sin aviso,
deshelando mis venas,
enardeciendo mis labios,
y se va sin anticipo,
amontonándome hojas secas.