Desde una ventana casi vieja
arriba en el tejado, los gorriones juegan
miro y miro en la distáncia
desde esta atalaya soy centinela
silva y grita el viento
moviendo el cristal de la ventana
en esta tarde de frío invierno
llega la humedad del Mediterráneo
que cala hondo entre los huesos
las palmeras parecen moviéndose
molinos verdes de viento
a lo lejos la montaña
parece basar el firmamento
hay un contraste de grises colores
en las mejillas de los cerros
llenos de piedras y matorrales
viajan la nubes blancas
en un vasto tren por el cielo
una alambrada separa lo nuevo de lo añejo
y un reguero de adélfas sembradas
hacen cola por el sendero
hay un sabor a caracolas
brilla el mar allá a lo lejos
y se rompe en la distáncia
entre la blanca espuma mis ánsias
viaja la mirada, con un tinte de color
en el océano azul se apaga
hay un gigante de arena
en la playa solitaria
que quiere romper sus cadenas
cuando lo besa el agua
la libertad tiene alas y vuela
desde mi boca hasta el cielo
a la sombra de una barca
descansa mi alma
de navegar entre fatigas
en el vértice de la palabra...
Y echo de menos mis campos
llenos de trigos y ortigas
los verdes olivares
y la grises encinas
donde canta el ruiseñor
donde el corazón se reclina
pero esté donde esté
siempre llevo conmigo
el calor y la amistad
de tan buenos amigos
que viven aquí en el portal
para ellos un fuerte abrazo
y un saludo de amistad...
De esos amigos
que no se pueden olvidar...
Vistas desde la ventana del corazón...