El frio aliento de la noche triste me acompaña
a seguir la luz que en mi sendero brilla,
con apagarse para siempre me amenaza
y el errante paso en la mudanza
me agota el alma cada día,
nada más me quedara si se me escapa,
tan solo pena y una profunda melancolía,
pero se aleja con tanta prisa
que su calor ya no me abraza,
ni la luz de su presencia me acaricia,
siento la nostalgia hasta los huesos
y la desesperanza necia en carne viva,
los pensamientos en mi mente son inciertos
y la fuerza de mi cuerpo tan esquiva,
que domina en mi interior el desconcierto
y la soledad inmensa me culmina.