Mañanas...
de plomo y de silencio,
se vierten...
desnudas de ventura,
cristales licuados
de traviesas... se engastan
en la cara amarga de la luna,
yo sé que sois
de arbusto y agua brava...
zaherís la noche
de barbecho,
zagalas desnudas
de ternura...
se anudan muy despacio,
en la fontana...
descuidada
de su pecho.