Un horizonte infinito se contempla
en el brillo esplendoroso de sus ojos,
y te acerca al paraíso
cuando sus manos tu rostro tocan;
más, en ese instante de dolor
se puede ver
en cada lágrima que derramas
que su alma esta por claudicar,
y con el último aliento
un beso deposita en tu boca,
cuando en tus brazos sin reproches
muere,
abrazando tus quebrantos.
Autor…Rafael Elias Huerta