Tengo por cierto que soy un chopo.
Me hubiera gustado ser eucalipto oloroso
con sus hojas como lanzas...
o un sauce delicado
besando estanques quietos,
enamorado del agua...
Pero soy un chopo
de tierra llana,
de valle entre montañas.
Pude ser
lo mismo un chopo lombardo,
fuerte y guerrero,
que un álamo juguetón y sonajero
de platas aterciopeladas,
o un frágil abedul
de ramas tristes
que rabia de colores
cuando al poco lo desnudan.
No fui ninguno de ellos,
a mí me tocó ser un albar
queriendo alcanzar
el cielo
que le es negado,
un chopo de tronco blanco,
mancillado de amor
que acoge corazones ajenos
Y fechas
Y nombres
Y flechas...
A mí no me tocó ser
un árbol de Júpiter,
ni un manzano de sabiduría
en la isla de Ávalon,
no me tocó ser el laurel de Dafne
(y razones no me faltaron)
ni estar en el bosque de Perséfone...
a mí me tocó ser
un simple
chopo
de ribera
de un un río que se ahoga
entre las piedras
Un chopo albar.