El tropezado
Se escucha desde antaño, y año tras año, que el que no se esfuerza no tiene recompenza, y no se le llena la despensa.
Susurran los exitosos que los flojos son como piojos, se les mira de reojo, quizás, se hirieron e incumplieron el deber de ser lo que se espera ser.
Más puede ser que en el hacer, una caida, un golpe, una desepción, una sacudida, diera la despedida a los deberes tácitos de la vida.
Oru.