Me miras: recuerdas, tiemblas, obligas
al cuerpo terco herirse con mis besos,
pero, aun así, indulgente, olvidas esos
viejos comienzos, y, amante, me abrigas.
Te miro: no pienso, quiero. Fatigas
al silencio; de estos áridos huesos
florecen ya arte, carne y sangre ilesos
del sueño eterno. ¡Ámame!, no lo digas…
Nos miran: somos mentiras, lágrimas,
esperanza, afirman. Enfermos, necios,
hambrientos ya se alivian. ¡Son víctimas!
Nos miramos, gozamos los aprecios:
guerra, juego, anhelo, salud que animas,
con tu alma, perro, amigo… ¡Vicios y ocios!