alupego (Ángel L. Pérez)

CALMA CHICHA.

CALMA CHICHA.

Que no se detenga el río.
Que no ensucie el cristalino,
transparente de sus aguas.
Que no se apague el rumor,
de las voces que se rompen,
en la corriente que emana.
Que no se enturbien sus ojos,
ni se detengan sus lágrimas.
Que se renueven la vidas,
que en su lecho le reclaman.

Corriente arriba la vida,
cuesta abajo la arribada.
Tesoros que van quedando,
como migajas del alma.
Briznas de sueños bailando,
gráciles palomas blancas.
Un dolor corriente abajo,
y una alegría que gatea,
para alcanzar el nirvana.
Añicos de sentimiento,
que en mil pedazos olvidan.
Frágiles conocimientos,
como débiles vasijas.
Efluvios de amaneceres,
que perfuman cada aliento.

Baña la noche la Luna.
De plata pura su rostro.
Y una ladina sonrisa,
para ir cerrando los ojos.
La calma se hace la dueña,
del cansancio que la mima.
El amor bate sus alas,
para subirse a la cima.
Los suspiros van llegando,
como luciérnagas ninfas.
Y ya el aliento galopa,
sobre el corcel de la prisa.

El sueño queda en suspenso,
como en una calma chicha.
Hieráticamente ingrávido,
como una voz sin aliento.
Sin sueño soñando queda,
en el centro de la vida,
creyendo que está despierto.

El influjo del recuerdo,
que acompaña la desidia.
Roza por dentro los órganos,
simulando que levita.
La quietud se hace materia,
para transportar la vida.
Mientras negras pesadillas,
penetran como bacterias,
entre las aguas tranquilas.

Que no se detenga el sueño.
Que no enmudezca la risa.
Que no se queden sin voz,
los que reclaman justicia.
A.L.
http://alupego.blogspot.es
24/01/2019