¡Dadme de beber
agua escarchada
sin su beso altivo...
Oh diosa de la noche !,
pues sé que vuestro
iluminado pecho...
apenas es
una azucena grácil,
descuidada
en su exquisita
embriaguez...
y desconcertado orgullo,
en la alberca
descorazonada
del silencio.