Vivo oscilando
en la penumbra de tus labios
que perpetuos a mi cuerpo
con el vaivén de mi boca
no dejo de besarlos.
Vivo oscilando
en la vía láctea de tus pechos
que son como pequeñas lunas
con sus estrellas aterciopeladas
paseándose entre mis manos.
Vivo oscilando
en el útero universal
de tus entrepiernas
con mi cuerpo disipado
por estas sabanas rasgadas.
Vivo oscilando
en las dunas de tu cadera,
Sáhara silente donde tu pequeño ombligo
es oasis a mi lengua misionera.
Vivo oscilando
en tus piernas manecillas de reloj
que giran en mi eje inquisidor,
cada campanada es un orgasmo
y al tocar las doce, la noche murió...