No esperes nada de mí, y espéralo todo al mismo tiempo.
No corras, no grites, no empujes, porque ya no corremos peligro. Entre mis manos el tacto y entre mi tacto mi carne, que delinean con peligro tu espalda, soltando chispazos por besos y sonetos de tu garganta.
Quién para tenerte o para dejarte, quién para tu descuido y quién para cuidarte. De ciegos o tuertos, de desesperanzados o muertos. ¿A quién sabes?
Parábolas locas rolan por la noche y entre tus sueños, dueños de aquello, lo viejo, del verso, del eso, del sexo, del reto.
Entre los tragos y amargos de mis ojos sin sal, tus hombros exactos, con caducidad. Abrázame con tus piernas, ocultándote con mi espalda. Nunca la luz de aquella pantalla, nunca las sombras, las ventanas abiertas, nunca con pena o vacía de lágrimas.
Mujer imperfecta y de estrellas en tus palabras ¿por qué te detienes? ¿Por qué ya no avanzas? Despéinate un tanto, ponte una de mis chamarras.
Si todos los caminos llegan a Roma… pues que se pudra Roma. Vamos al norte, tan al norte como se pueda en una noche, y si mañana te arrepientes dilo con una sonrisa, para reírnos tanto y tan fuerte que nos duela la panza.
Pero si al llegar tan al norte donde la tierra ya es sur, besaré tu vientre y bordearé tu ombligo, así que no corras, no grites, no empujes, porque ya no corremos peligro.
\"Nada de mí\"
Autor: Pérez Velásquez Osvaldo Damián / Damián Váez
Tomo: El Adalid de Escamas Negras
Derechos del Autor Reservados.
Tijuana, Baja California, México.