Entonces te amo.
Me doy cuenta, estremecer.
Y la luna se acurruca en la palabra,
dura y trágica, demoledora y perenne.
Qué difícil es amarte, y vivir para contarlo.
Difícil es la jornada que se fue,
y el crepúsculo quemado entre mañanas.
Amarte a luna vacía,
a silencio de topo enterrado.
Amarte en tercer mundo y en quinto,
y en la nada.
Amarte concentrado, con la mente en el suelo,
hielo, terciopelo de tu pelo: aroma-destino,
ya tu sombra vacila entre las auroras del infinito.
Amarte a cincel sobre los lunares de los astros.
Sobre las imitaciones de tu luz:
En la mañana invencible de un bostezo lingüístico.
Amarte con un pie encadenado a tu mirar.
Con las plumas de una gallina dorada.
Amarte abatido, amarte sin descanso,
sin horarios y sin sueño, solamente amándote
y sin miedo.
Amarte, escondite, amarte tragedia,
amarte de hoy, y de ayer, aún sin decirlo:
En un trozo de lo eterno este amor se levanta.
¿Y te amo entonces?
¿Vivirás tú para recordar ese silencio de mi boca?
No quiero decirte que te amo
(aunque cante milímetro a milímetro).
Habrá de ser este sentir un barco,
solitario, bien sabido por ti.
A la deriva de nuestras vidas.
Has dicho que hoy no hay tiempo de amar:
Hoy la tormenta arranca la madera violentamente:
barco derrotado/ atroz/ relámpago/ kraken de mil tentáculos/
la quimera infinita, la quimera quimera/ maremoto intrépido,
y soledad encallada, y soledad sociedad, nada.
Tu rostro-mar que habla al cielo con la voz de la mujer querida.
El barco en el fondo marítimo,
en el fondo una lágrima infinita.
Lagrimal sobrehumano con el poder
de inundar una vida entera.
En cada costilla…
Ha de guardarse un recuerdo,
un recuerdo con rostro de ti,
solo de ti, con tu fiel sonrisa que me sigue
aún en el sueño más nublado.
Un recuerdo entorchado de tu piel
de tierra que me camina todo borde de existir.
Un recuerdo en cada costilla, dadora de vida.
Mi Eva, mi sangre, mi deseo, mi rebelión,
mi cicatriz de potro enfurecido.
Mi pecho sin fondo, mi corazón arrebatado
con mil permisos.
Mi pecho sin fondo, hogar abandonado,
nunca hallado, nunca buscado, o quién sabe.
─Te amo, silenciosa.
Dice el silencioso,
o el mudo.
─Te amo extranjera.
Dice el que habla pero…
No basta.