Adiós letras inconclusas,
vacías
dubitativas
y exageramente-y yo no lo creo-bellas;
sí, les digo adiós,
con un puño,
con un grito que desangre sus sinónimos.
Y les digo adiós, bellas palabras,
porque mi enamorada necesita realismo
necesita entender un sentimiento a flote
no un mar de metáforas invisibles
no un desierto de figuras insensibles,
ella necesita que me quiebre
y que recite,
que logre emerjer en ella
un continuo y centelleante crisol de
femeninas lágrimas;
y así es, palabras estilizadas,
adiós, adiós, por esta vez,
ya que ella comprenderá,
que este poema
a modo de carta
este escrito
es de su Murillo
de su chico
que pactó con el reloj una hora exacta,
de su chico
que destruye y endulza su paciencia
con un inagotable conjunto de te amos;
así es, palabras,
ella es su creadora, de ella provienen,
así que inclinense,
y besen cada parte de su existencia,
ella las provee de belleza,
y disculpen si les hablo de esta forma,
palabras encriptadas,
pero yo no soy de ustedes,
le pertenezco a su creadora,
a mi Evy,
de ella
yo soy su poeta.