Las hojas se mueven lentas
en la quietud de la noche,
una majestuosa luna
acompaña al viejo roble,
un guayacán de praderas,
que lo silvestre recoge,
¡Es el roble de sabana!
cuya belleza se impone,
no existe la menor duda,
de perfección, es derroche.
Tiene ramajes coposos,
de muy elegante porte,
y en sus ramas sobresalen
corolas que son acordes
de la monumental obra
que una reverencia impone,
causando la admiración,
de los humanos y dioses.
Cuando llega la mañana,
el roble muestra listones
relucientes y vistosos,
con los rosados colores,
que dan esplendor al medio,
cuando sus flores se exponen.
Un milagro su presencia,
cantan alegres sinsontes
los atrae su belleza
nacida en antiguos bosques.
Son árboles coloridos,
cuando aparecen en montes,
floreando en primavera,
en variadas extensiones.
También aparecen mágicos
dando lucidez enorme,
a las aceras y parques,
siendo parte del folclore;
por su belleza sin par,
hace que ciudad mejore.
¡Es árbol ornamental,
admirado por el hombre!
“Guardan en floridos pétalos
la belleza de mil soles
embelesando a los ojos
con rosadas explosiones.”