Con la complacencia del que goza,
Se estira, me mira y se deja envolver del bosque, huele cada hoja, cada flor, las rojas, las verdes, las secas, lo hongos, los frutos, con un romanticismo inspirador, bosteza y a ras del palo mas humedo, extiende sus patas de par en par y se acuesta, como aquél que sabe descansar.
Inconforme con la lluvia de polen, por segunda vez, me mira, a los ojos me mira, sosteniendo la mirada retrocede y oliendo sus pasos regresa, se siente la tranquilidad en sus pasos, en sus pasos que regresan, sus olores que regresan, sus recuerdos y deseos que regresan,
Su mirada que no es la misma del que sabe mirar, sino la la del que quiere mirar,
Sin estirar y con apuro llega donde la flor, que esta justo en el medio de ese prado, la rodea y en la comodidad de la sombra amarilla que refleja la flor, se acuesta, ahí, en el mismo patio de ayer y por tercera vez, me mira, me mira con indiferencia y con la serenidad del mar contempla la flor como aquel que sabe ser amor.
Hperafan.