En mi camino comprendí
que mis letras eran mi mejor arma,
afiladas y bien lustradas
y preparadas para cualquier momento que ansiaba.
Con mis letras entendí
que mi mejor amigo también eran los sueños,
las palabras que brotaban
y las lecturas de ensueños.
Con mil palabras suelo expresar
miles de cosas en éste largo andar,
abecedario en el aire, sílabas al volar,
retoños de flores que parecían marchitar.
Todo calificativo es válido
cuando de letras se trata,
porque simulan ser espadas
que defienden lo que siento.
Con mil palabras me expreso
en un escrito mágico,
donde los sentimientos son
siempre el primer paso.