I
El Ernesto se alzó,
tumbó siete asientos,
tomó seis tragos,
vociferó cinco palabras.
De justicia social habló,
culpó al viento,
dijo \"en los ricos me cago\",
nos ilustró, sobre balas y espadas.
La mesera temblaba,
trémulas sus comisuras
sonreían más dudosas,
que antes que El Ernesto hablara.
Un chicle masticaba,
mordió su lengua por censura.
Otros Ernestos sentían mariposas
al escuchar del Ernesto la Brava.
II
El Ronaldo respondió,
crapuloso, sin escrúpulos,
habló de latifundios
y de falsas libertades.
A Ernesto falso profeta llamó,
pero sus manos escondían cúmulos
del dinero más hediondo,
el de Las Calamidades.
El dueño del bar excitado
terminó de matar su moral
al escuchar a Ronaldo hablar
y tomó de la mesa la propina.
Pero lloró desconsolado,
la desgracia y el mal,
con dos Ronaldos se puso a rezar
por menos indigencias y más concubinas.
III
Y el Pobre Poeta en un lado,
sumergido en el Topos Urano
alzando banderas blancas;
mente en la luna y cuerpo en el sol.
Despertó luego de haber escuchado
a Ernesto, Ronaldo, y sus hermanos,
en su garganta clavó una daga
y al silencio le hizo el amor.
Pero los poetas también hablan,
luchan con lápices de minas,
vociferó para todo el mundo,
no se pudo contener:
¡Déjenme en paz con mis palabras!
mis doce canciones de Sabina
mis monólogos de Facundo
y mil caderas de Mujer.