En un rincón
suave del
salón Beto
se acurrucó,
con su cola
tiró un jarrón.
Su ama muy
enfadada le
dió una páliza
pero de mentiritas,
porque no podía
enojarse mucho
con Beto, a él
le gustaba que le
acariciaran su pecho
hasta quedarse
dormido...
Ahora fue a la
pecera y uno de
sus dorados
no estaba, que
pasó aquí Beto
preguntó ya de
muy mal humor
Este salió tan
rápido y se
escondió en el
altillo y no apareció
hasta el otro día.