Sí pudiera vivir en perpetuidad,
sería para no dejar de sentir
las burbujas del estómago
cuando llamo a tu puerta,
a tú lengua y la mía bailando un bolero,
al vapor de tu aliento,
conjurando un beso.
Sería para no dejar de sentir,
los segundos previos
que carcomen mi voluntad,
la mirada perdida
cuando te vas a otro lugar,
el sonido suspendido
cuando el grito se te escapa,
y la ligereza de tu fuerza
convertida en humedad.
Sí pudiera vivir en perpetuidad,
sería para no dejarte de amar.