¿A qué vienes? ¿a qué…?
nada más para mofarte de la ridícula soledad que bate la ausencia entre el duelo y la ansiosa vigilia del espejo roto de la pared, -la misma figura amarrada cuando apago la luz- de esta tristeza que no tapa el tapiz de la madera y el polvo árido que suele ondear en todas partes de la casa en penumbra, -dije penumbra desde el interior de mi pecho donde nacen mis gritos- dije penumbra a la burla cruel de la obscuridad-.
de este mundo de rotación suspensiva que regurgita sobre el reloj cubriendo apenas mi propia ánima de espantajo, de ésta tristeza gris de cama vacía y siniestros objetos prendados en las simples cosas disueltas sobre el escándalo del pueblo fantasma que sale de mi boca, de mi oído vulnerable de escucharte y no dejarte pasar, de ésta plática de improvisar solitarios soliloquios que contienen la negrura del silencio, de esta sonrisa de absoluta parálisis cubriéndome la retina con una parvada de pájaros fríos de diciembre.
Pregunto: ¿a qué vienes? si la horda miserable de mi ejército son dolorosas caídas de mi combate para reinventar-me desesperadamente a mi sordo exilio; ese que excavé de mis párpados ensangrentados ahora que te fuiste.
[si, te fuiste y tu ausencia la remarca este hombre ermitaño que suele seguir escribiendo en los resecos balbuceos de la indiferencia, es decir: el maldito abismo inevitable que sutura el poro de mi lápiz]
Bernardo Cortes Vicencio
Papantla, Ver, México
12:3403022019