Mi corazón sangra de enojo
Y Las ganas de arrancarte de sus brazos,
Alejarte de un depredador benévolo,
Crecen con cada lágrima
Mi cuerpo hierve con tan solo ver sus ojo
Mineras mi puño palpita desahogándose
¿Qué vas hacer? ¡No huyas
Ladrón y dador de soledad!.
Tu rostro me es despreciable
Y tus manos acariciándola me es inimaginable,
Eres el causante de mi tormento,
Haces de mi vida un desierto si paz,
Pero a su vida la convertiste en un manantial.
Te detesto pero al final no te odio
Hiciste de su vida feliz
Y por eso mil gracias te doy a ti.