Fue mi sueño universo de colores
que abrigarte quería con su flama,
pues traía los halos cristalinos
que despiden las limpias alboradas.
El jardín deslumbrante de mi anhelo
florecía de amor por la mañana,
con esencias supremas de ternura
a tu cuerpo inundar imaginaba.
De tu boca carnosa pretendía
disfrutar con pasión su roja llama,
y sentir de sus pétalos de rosa
ese néctar tan dulce que arrebata.
Parecía tu voz tan melodiosa
bello trino con nota que desgrana
Un arpegio de suave y gran cadencia
que penetra con fuerzas en el alma.
Cuantas veces te dije en mis poemas
del ensueño que dentro yo llevaba;
con frescura de tierno y blanco lirio
y las notas de rima apasionada.
Por las noches mis versos encendidos
en los rayos de luna se posaban,
esperando encontrar en sus reflejos
el divino fulgor de tu mirada.
De mis letras salían los lamentos
cual quejidos de alondras sin sus alas,
que desean volar por las alturas
anunciando de amor su serenata.
Mas mi loca esperanza fue quimera
que moría marchita y deshojada;
al mirar tu sonrisa tan distante
como estrella que habita otra galaxia.
Y de nada sirvieron tantos ruegos,
ignoraste mi grande llamarada,
y me dejas cubierto por las sombras
de la triste verdad que me taladra.
Esa inmensa tristeza que poseen
los inviernos de gélidas sabanas,
se parecen al llanto de mis penas
y tus labios soñados solo callan.
Hoy mi lira tan sola va quedando
escondiendo su pena tan ingrata,
y sus cuerdas ya rotas solo tañen
los suspiros mas llenos de añoranza.
¡Mis anhelos quedaron enterrados
donde yacen quimeras destrozadas,
y navega mi sueño en el delirio
de ese beso tan tierno que soñara!
Autor: Aníbal Rodríguez.