He estado pensando mucho, en ti, en mí y en nosotros con demasiada frecuencia en realidad y no es que sea una actividad muy rara en mí, solo me he dado cuenta de muchas cosas, cosas que he callado, las cuales urgen por salir, pican y arden por quedarse atrancadas.
Pero hoy es el día, hoy te lo diré todo sin absoluto miedo a consecuencias.
Quiero decírtelo, casi gritártelo, pero no puedo hacerlo frente a frente porque me pierdo en tu mirada, me distraigo con tus labios y me envuelvo en tu sonrisa, entonces se me olvida por completo decírtelo.
También creo que no lo he dicho porque no encuentro las palabras necesarias y prudentes.
Pero esta vez, quiero intentarlo, realmente quiero hacerlo porque debes saberlo y porque la desesperación me carcome, además siento que soy mejor escribiendo lo que pienso que expresándolo.
Debes saber que soy tan feliz contigo porque me haces reír, porque me haces temblar de la emoción cuando no nos vemos en un largo tiempo, porque me haces soñar, imaginar que el mundo es de colores.
Soy tan feliz contigo porque cada día noto tu respeto hacia mí, tu cariño, tu apoyo incondicional a todo, tu aceptación a mis manías, mis pasiones y defectos, aunque digas que no tengo ninguno, y porque no intentas cambiarme, me quieres así como soy; una persona felizmente seria, locamente cuerda, soñadoramente realista y rotamente reparable.
Creo que es correcto empezar a describirte, envolverte en lo que significas y a lo que a mi mente haces pensar, aunque nunca ha sido de mi agrado poner etiquetas, siento que esta vez tengo que hacerlo para que te des cuenta de cuan enamorado de ti estoy.
Eres como esa canción que de pronto se convierte en tu favorita y no dejas de escucharla hasta que sepas cada verso, coro, punto, y coma.
Eres como comerse tu dulce favorito, disfrutas cada momento, su sabor, su olor y como éste pude incluso hacerte recordar una infinidad de cosas.
Eres ese tipo de cosas que puedes estar haciendo por horas y que a pesar de que te quedes una eternidad haciéndolas no vas a cansarte nunca.
Eres como un buen té y un libro que te recibirán siempre con amor y los brazos abiertos; mientras que el té va calentando tus labios, garganta y corazón, el libro te relata historias, te reconforta y no te juzga, te hacen querer quedarte atrapado en ese momento por siempre.
Eres como un deseo; fugas, resplandeciente, chispeante, atrapante, única.
Igualmente me he dado cuenta que soy feliz a tu lado, realmente feliz; estar contigo para mí es como hacer una de las cosas que realmente se ama, esas cosas que se hacen con dedicación, empeño e infinito amor, soy tan feliz contigo porque a tu lado siento, por fin, que formo parte del mundo, por tu forma de minimizar los problemas, por la complicidad que hemos creado y porque sobre todo soy feliz porque sé que aunque el mundo entero se interpusiera entre los dos, seguiría teniendo tu amor y tu corazón.
Y sabes que no soy la mejor expresando mis sentimientos, o bueno, tal vez sí, soy bueno pensándolo, pero no hablándolo, así que voy a intentar decírtelo de la única forma que sé.
Sin licencias poéticas, sin metáforas y sin versos con rima, así, cruda y brutalmente.
Te quiero.
Te adoro.
Y así es como tengo que decírtelo.
Eres lo mejor que me ha pasado en los años que llevo aquí parado en este mundo repleto de locos e idiotas, tratando de encontrarle un propósito a estos pies descalzos, a esta alma rota, a este corazón que a duras penas labora, a esta sangre que circula sin tener ningún motivo.
Y podría escribirlo en mayúsculas porque tengo la certeza de que es así.
Por tu forma de colorear mi vida, por la energía que me das, por las risas compartidas y por los secretos develados, por todo eso eres especial. Y por todo eso y por más te admiro, porque eres grande y generosa y porque me has enseñado a volver a querer.
Eres vida, para mi..