¿Quién se ha ido en esta tarde oscura?
Siento que he perdido todo
en algún abismo
que lleva la muerte al hombro
he quedado con una cueva en el pecho
donde han de pasar las noches,
a partir de ahora, los pájaros fantasmas
que llevan olor de eternidad
¿estoy vivo aun?
¿Y porque tengo un olor fúnebre?
La parte de mi cuerpo que aun palpita
solloza con el viento,
y llora con él, el universo
Voy a hurgar en el fondo del silencio
la vida tuya, lleno de ternura, que guardé
y que ya es extranjera.
Las piedras reconocerán mis pasos,
me dirán si pasamos juntos por allí
el viento dejará caer su canto
como un adiós a su propia soledad
En vano busco tus ojos,
como luz de salvación,
en lo hondo de estas sombras
¿A dónde te has ido?
siento en mi alma un apagar de luces
en medio de un mar en tempestad
con olas que se tragan estrellas
y dan vuelta a la luna
por su lado más oscuro
Estoy solo, en medio de redes ocultas
de angustia, con mis ojos de un siglo
y una plegaria a Dios
¿Cómo dormir sin alma?
¿Cómo vivir dentro de una inmensa lagrima?
Ayer un clavo me dolía en la voz
hoy se ha hecho mayor
en el silencio de mi corazón
Las ubres de dolor han trepado
hasta mi pecho en medio de esta batalla
trágica de ausencias
Hoy no sé porque estoy aquí
no hay olas en este desierto ni camellos,
ni rocas que hacen sombra
Astros con pavorosa indiferencia
orbitan en los ojos
que aúllan en su propia noche.
Le hablo a Dios en la madrugada, pero
el silencio,
revienta mis palabras de mil silabas
y los arroja
por la ventana enlutada
hacia el llano ciego y desolado
¿Para qué seguir sin destino?
Iba por allí por una sonrisa y llegabas
con esperanzas,
perfumabas las distancias,
revolvías el espacio para capturar
la ternura del cosmos
en el tiempo en que el hombre
era de Dios
Cuanto dulce navegaba en tu boca
como en un océano de estrellas
Cuanto mar era tu cuerpo, desde el principio
hasta los confines del mundo
Cuanto amor ahogaba el vacío, trepaba
montañas y regaba desiertos
Cuantas fauces insaciables
se derrumbaban en un bello naufragio
en el largo de tus ríos y el misterio
de tus valles,
desmesuradas selvas y olas de calor
y humedad formaban
crepúsculos y vértigos
en mi tacto, en mis sueños
Entonces, ¿Quién se ha ido en esta tarde?
La mitad de mi alma
en el último suspiro tuyo, que Dios atrapó
para su deleite
¡Es un celestial atentado!
¿Es para quedar así que amamos tanto?
¿Para ahogarnos en un sermón fluvial
en cada instante?
¡Amor que mueres por el infinito!
Podría gritar con furia en las lapidas
y llorar con las aguas en las olas
murientes
padecer el silencio de las piedras
por aullar sus soledades
y sufrir en la noche, como la luna, el horizonte
de un amor parecido al eterno
Es la parte de la muerte que me pertenece
desde que me habéis enseñado
que los muertos también aman en estas tierras
Es el camino de invierno
donde los calores emigran con tu perfume
especial
hacia el corazón del universo
¿Y para que me quedo?
Con la otra mitad herida
mirando de lleno al cielo, al borde
retorcido de una cruz que algún Jesús
no soportó.
Voy a pie, a una distancia de mi cuerpo
y en los contornos de la vida
con todas las blasfemias que se revuelcan
en la angustia
Me gritan el nombre, anterior al tiempo,
y de alguna eternidad me rompen
la memoria
en olas de escalofríos, ligados al viento,
a los astros ojos de Dios,
me llenan el corazón con tu espíritu
y el tiempo se hace tibio
en su ternura me cuenta la vida
que te he vivido y al Cristo
que me has sembrado
¡Oh amor! Cuanta vida he olvidado
debajo de esta tristeza que hace crujir
mis huesos
¡Cuánto azul en mi alma es tuya!
En esta tarde gris,
Cuantas piedras quieren hablarme
de la esperanza
Cuanto viento suspira
dejando caer algunas gotas de lluvia
como llanto de cielo
Las hojas secas caen adoloridas
de sus ramas,
como estrellas viejas.
¡Son los senderos curvos del destino!
y por ellos voy a pie.