Escarbaste en mi libertad,
te calcinaba el oído mi respirar.
Se torció la sonrisa de donde estaba,
se quebró como arcilla seca,
y los ojos se salpicaron de ceguera.
No sabías que las flores
si se mastican
se amargan,
los rayos del sol,
si se acorralan
se apagan,
y el corazón,
si se asusta
se pasma.
Te abrazo desde arriba,
aquí no hay tiempo,
ni nubes negras,
no hay vendas en los ojos,
ni forcejeo.
Somos diferentes,
el miedo te hace sonreír,
y a mi me hizo morir.