Mujer, ¿qué será poner el nombre propio en tu boca?
Saber el vuelo de la marea de tu lengua.
Poder chocar el pico que imitamos por segundos.
Decir palabras con la tinta que conocemos por saliva.
O saber aprovechar la oscuridad y el silencio y dejar resbalar la boca.
Esa boca juguetona que sabe levantar el movimiento de quitarse la ropa.
Mujer, ¿qué será poner el nombre propio en tu boca?
Saber que al despertar te diriges al reloj apurándolo
a que se haga de noche para colocar la boca suave.
Como cuando la abeja hace la miel.
O como cuando las flores muestran sus senos a la primavera.
O el paraguas feliz que es acariciado por la lluvia.
Mujer, ¿qué será poner el nombre propio en tu boca?
Saber que la lengua se alarga y besa el mismo corazón rojo;
rojo amor, rojo fuego, rojo sangre.
Imaginar que el tango se inventó al momento del beso.
Que las abejas ya no buscan las flores, sino las bocas femeninas.
Mujer, ¿qué será poner el nombre propio en tu boca?
Me lo sigo preguntando tantas veces.
Mujer, ¿qué será poner el nombre propio en tu boca?
Responde sin palabras.
No dejes que la duda sea mi muerte.
Quiero vivir contigo, porque vivir sin ti
sería otra forma de mi muerte.
¡Pero si me dejas morir!,
al menos déjame quedarme
en el ataúd de tus labios.