Doblezero

LAS MORADAS DE LA BELLEZA

 

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Hay tanta pasión en esta, mi alma,
que rincones para el odio no quedan,
solo estancias enormes color nácar,
donde brillan los tesoros de la belleza,
que me enamora, de la boca sin mancha
de la deslumbrante madre naturaleza,
con la misma pasión que me encanta
el rostro de una anciana cuando sueña
que el rostro de un niño cuando canta.
La belleza es brisa para que la oigas
dentro de una concha blanca,
para que la tomes de cada cosa
que tropiece con tu mirada.
Esta en un puente de madera sobre el agua,
en unas virutas de hierro aleatorias
o en un congreso de mariquitas rojas
con esas pupilas que las adornan.
En el baile de seda de una novia blanca,
preciosa, sobre el cristal de un océano,
Cisne que lleva en un brazo colgando la cola
y hace linde la mano con la media luna.
Esta en el capullo entreabierto de una rosa,
en el hexagono traslucido de la muda
de una piel inerte de serpiente venenosa,
¡que bello su cascabel que el aire perturba!
¡que embaucadora es la herida de la tierra!
humo con fuego, sendero de azufre y lava,
que bello el derretir del granito y piedras,
¡cuanta belleza en mis ojos para mirarla!,
¡cuanta belleza tiene el mundo que nos acuna!,
la de ese tocón queriendo salir de la arena,
bello color del escarzo de un viejo olivo,
bellas albarcas añosas de un hortelano,
anciano que se amoruga por la lluvia matinera,
el que hunde horcones y labra en basto,
el de la voz vetusta de un candil encendido;
la belleza se encuentra por donde miro
solo cuando miro con los ojos del alma.

 

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