Puede sentirse hablar junto al desierto,
la brisa que circunda me recuerda
que no todos contamos hasta mil.
Nunca me percaté,
lo tuve todo a mano,
o para ser sincero, no tuve casi nada,
solo el nivel del mar y su indulgencia
y aquellos roces tibios
más pequeños que un labio.
Si alguna vez tu tiempo fuese un timbre
enredado en mi antorcha…