Paty Carvajal

Habitante

Eres, el desvarío señero

de la única locura que padezco.

Céfiro inaugural y último

del aliento que insta mi instinto.

 

Transeúnte de grises contornos

de mi rompiente, de mi condena.

¡Habitante de todas las cosas!

¡Emerges de cuanto descubro!

 

De la oscuridad brincas súbito

de lo que alucino, de lo que toco.

Si pareces, de mi alma en otoño,

una hoja aferrada, un retoño.

 

Ay, señuelo y presa:

en mis resplandores de talento

sé que la desolación que pueblas es

la de mis infinitos desiertos.

 

Más, sensata o abstracta,

nada dejo irrumpa el delirio:

a ningún humano cautivo

ni a ser oyente, palabra modulo.

 

Hija soy, del verso y la ternura:  

solo te preservo, ensalzo y amo

en un célibe sinsentido amoroso

en lo más ignoto de mi mundo.

 

No hay alianzas, no hay pendientes

no hay desenlace, tampoco agüeros

y el instante lindante a éste

es nuestro pomposo futuro.

 

Ritual sagrado, amor extraño,

cariño etéreo, sentir perfecto:

soy de ti, tu inusual obra sensible

una penuria de hechos concretos

ama y musa de tus exquisitos silencios.

 

¿Todavía vacilas qué eres tú de mí?

Eres, la célebre razón por la que  

mi silueta proyecta una sombra

mi ermitaño espíritu reza y

mis luctuosos idos ojos

aún destellan.

 

 

P-Car

 

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