Entre el azul que pasa y mis noches
de tantos amores sumergidos en lo que queda del tiempo,
tu memoria se esparce,
y tu recuerdo visita mis sentidos, haciéndome volver a lo vivido
y me da un libro y un boleto
que aun no llega a tu cuerpo.
Cada noche tuvo su propia historia,
cada mujer un beso,
pero el olvido y el silencio siempre fueron aliados,
y lo soterraron todo,
todo lo borraron y todo lo callaron,
dejando solo escombros de gestos y palabras
y un perfume invariable.
Para cada amor una historia,
quizá distinta, tal vez un poco humana,
demasiado moderna, o acaso furtiva.
Pero tú apareciste, cuando no te esperaba,
cuando no había vino tinto,
ni flores asedadas;
y fue tan diferente nuestra historia,
fue tan profunda y ansiada
como el amor que muere en los labios.
Fue una noche y un beso, fue un cielo de estrellas,
el mismo, que me vio tantas veces,
que tantas veces me quiso decir tu nombre.
Todo fue diferente a las lunas pasadas,
aunque era la misma luna;
solo que esta vez no me dejó una historia
de besos simples,
sino que me brindó un sueño,
que como un calidoscopio,
me mostró lo agradable de la vida.
Y esta vez el silencio fue garboso,
y el olvido dejó expedito al recuerdo
para formar en tu hermosura la canción que no existe.
Para cada noche hubo una historia
y un beso de olvido;
pero en tu piel y en tu nombre
quedará para siempre este amor que te profeso.