El viento se cuela por las rendijas de la ventana dejando su característico silbido.
Cae la tarde. A lo lejos se puede apreciar el crepúsculo variopinto.
Los ruidos de la ciudad se apaciguaban.
El sonido de un celo fluctúa en el ambiente, entremezclado con las notas de un piano.
Sentado me encuentro en el sofá bebiendo sorbo a sorbo mi anhelada soledad.
Un libro que ya no leo reposaba en mi regazo, me quito los lentes y miro a lo lejos, se pierde mi mirada.
Leo y Lía (mis queridas mascotas) dormitan no lejos de mí.
Cierro mis ojos. Quiero escuchar cada nota de aquella bella y nostálgica melodía que me llevaba de la mano a parajes lejanos, a tierras desconocidas.
Un cúmulo de sentimientos se hacen presente y arrugan mi frente amplia.
Ya son 51 los años vividos. Miro atrás y recuerdo tantos rostros de gente que he conocido. Tantas lágrimas enjugadas, tantos abrazos dados y recibidos. Tanto dolor soportado, vivido, compartido. Sonrisas, carcajadas. Caricias abundantes. Sueños alcanzados otros perdidos. Infinidad de paisajes conservo en mi cansada memoria, los cuales suelo sacar a relucir cuando el vivir se hace cuesta arriba.
No se aprende a vivir intensamente hasta no cruzar la mitad de la existencia. No eres anciano, tampoco eres joven, estás en la llamaba madurez. Se saborea lo logrado disfrutando de la amplia experiencia.
Parece que fue ayer que corría en medio de la lluvia, chapoteando los charcos que encontraba en el camino. Devoraba los mangos en la cima de los árboles. Mi mente plena de fantasías: era un príncipe legendario o un héroe con super poderes, en ocasiones un villano o un cruel monstruo perseguido, un pequeño insecto o un cóndor en pleno vuelo… — No puedo evitar un sonrisa —. También vienen a mi mente los temores de la infancia, los maltratos recibidos, las lágrimas derramadas, las incomprensiones sufridas…no, no fue fácil en absoluto, pero sobreviví.
Aquí estoy, ¿Quién lo hubiera dicho? Camino por recorrer aún queda y mucho, (al menos eso espero). Aún un sueño por alcanzar, ya llegará, de ello estoy convencido; mientras tanto disfruto de cada momento.
Fuera ya es noche, me quedo en la penumbra, en mi apreciado silencio, saboreando con paciencia la tranquilidad de mi conciencia.