Alberto A Robles (Loco soñador)

UN MAR DE AMOR

Recuerdo aquella noche de luna, que caminaba por la playa y me encontré con una roca, que muy pensativa, en la arena se hallaba sentada y en un profundo silencio, el inmenso mar observaba.

Detube mi camino y me puse a pensar, que sería lo que a aquella roca, tenía tan encantada, y la roca sin distraerse un instante, me invito a descansar sobre ella, y yo sin decir palabra acepté.

 Comencé a observar, y grande fue mi sorpresa, al darme cuenta del bonito amor, que el mar por la tierra sentía. 

Comencé a mirar, como el mar se estiraba y se estiraba sin parar, y con sus olas a su amada poder abrazar. 

Me dí cuenta, de cuanto era el amór, que el mar sentía por la tierra, que se evaporisaba convirtiendose en nube, esperando pacientemente a que el viento soplara, para que lo llevara con su amada.

Miré, como el viento, haciendo ese gran favor, comenzó a soplar, para hacer que la nube viajara, y a la tierra pudiera llegar.

Y  despues de estar sobre la tierra, en pajuelas de nieve, descendía sobre la cima de las montañas, como queriendo acaricirle, suavemente su rostro.

Observé, como en otras ocasiones, gritaba tan fuerte en medio de la nube, diciendole lo mucho que la amaba, y se convertía en tormentas, que desesperadamente bajaban a la tierra, para abrazarla con loca pasión.

Pude darme cuenta, del grande amor que existía entre el mar y la tierra, que despues de tantas caricias, y tantos abrazos, ese bello amor, florecía en verdes praderas, en grandes bosques, en extensas selvas, y en  bellos jardines, llenos de hermosas flores.

Hoy cada que miro llover, me recuerda ese gran amor que existe, y que aquella roca, que aún sigue allá sentada, me enseño a observar. 

Hoy que miro los arboles, las praderas y los jardines, me doy cuenta del bello amor que existe, y tan solo porque una noche decidí caminar, en la playa bajo la luz de la luna.

Alberto A. Robles