Cada quita de aquí
hay un hombre que irrumpe en la melancolía,
cada vete a saber
vuelven los estorninos en brazos de la noche.
Cada vez que la sangre gotea en el asfalto
hay un ruido de adelfas que flota sobre el mar
y un huérfano se acuna
en la casa del trueno y de las mariposas.
Cómo explicar que existan diccionarios de gestos,
trasplantados, gastrónomos, calculadores tristes
y multitud de suertes que esconden su domino en la mirada.
Cómo aceptar que un día lleguen juntos los sábados,
salga de un bar la luna y al siguiente
se aprieten las vergüenzas una detrás de otra y se escuche el silbido
del veneno de avispa.
Copiar no es lo difícil
basta con ir pasando los ojos tumefactos
por los libros de Heródoto o dormir con Ravel,
lo duro es despertar y no encontrarte
sino vidrios tendidos en la alfombra, desfiladeros verdes
a medio concluir, los platos sin fregar,
y unas letras que te llenan de frases pretéritas y mudas.