Se acaba mi tiempo,
como vela o cera derretida;
como humo o como polvo deslucido.
Los naranjos ya están maduros,
el tiempo me pisa las rieles,
y no puedo hacer nada contra sus agujas voraces inclementes.
Debo apresurar el paso,
debo ceñir mi cintura y armarme de valor.
No me duelen tanto las decepciones amorosas,
no me duele tanto la traición de un amigo.
Me duele,
dejar de ver las luces y flores de este mundo;
me duele mucho verte en esa cama raído.
Y yo contando también mis horas entre los dedos de la mano,
esperando el día señalado;
contando mis horas como monedas;
como ovejas antes de dormir.
Debo caminar más rápido,
debo cargar mis alcuzas,
no mirar para atrás en ningún momento.
Contener las lágrimas,
surfear los obstáculos,
ser mejor ser humano.
Se acaba mi tiempo.
Solo pido al cielo,
estar preparada,
para que cuando el momento me llegue,
me encuentre vestida en paz
y con el corazón dispuesto y sereno.
Autora: Edith Elvira Colqui Rojas-Perú-Derechos Reservados