Daniel Memmo

Un viejo en la puerta..

Estaba el viejo en la puerta de su casa,

comiendo los gajos de una mandarina,

me convido un par de ellas, y me dijo:

-me recuerdas a un infeliz alegre,

que antes jugaba en estas veredas,

pensaba que tenía poderes,

corría con una capa vigilando las puertas,

esperando con ansias luchar contra los villanos,

hasta que un día le dieron una buena paliza,

y descubrió que poderes no tenía.

Estaba el viejo en la puerta de su casa,

comiendo caramelos,

me convido uno, con un sabor fuerte a menta,

y me dijo:

-me recuerdas a un imbécil convencido,

a quien en su corazón algo se le despertó,

padecía un síntoma de atontamiento,

se quedaba por mucho tiempo encandilado,

contemplando a una niña con muchos bucles,

se sonrojaba cuando se la nombraban,

se le trababan todos los músculos si se le acercaba,

tenía una alegría pasajera,

y todo termino en desencanto,

la niña no le correspondía,

prefería darle la mano a otro gusano de ojos claros,

el niño mimado del alumnado.

Estaba el viejo sentado en la vereda,

comiendo un racimo de uvas,

me convido algunas de esas perlas moradas,

y me dijo:

-me recuerdas a un condenado que se creía libre,

pensaba que el mundo era un cuento con finales felices,

que le darían un cariño parecido al de sus abuelos,

que sus amigos perdurarían de por vida ,

sus sueños se cumplirían,

los seres queridos no morirían,

pero el condenado aún sonreía,

a pesar de sus fracasos,

de las ausencias,

de las tragedias repentinas,

de amar en vano,

de perder la razón y volverla a encontrar,

un poco más vencida.

Estaba el viejo parado en su puerta,

me convido de su silencio,

me miró de reojo..,

me ignoraba,

pensaba que yo era un fantasma,

y no me dijo nada.

Estaba el viejo rendido en su cama,

yo me asome desde la puerta,

tuve la tarea de avisar a cada vecino,

que el viejo ya no respiraba.

 

     Daniel Memmo