Siempre presentida
turbiamente amorosa
a mil tatuajes de profundidad
pulsas la sílaba del instante
un piano deshoja los pétalos
en su ataúd de primaveras
melodía vertiginosa de tus cabellos
vestigios de la noria
carambola del arpa
adviene el mundo de los no nacidos
las púas del reloj
ofrecen un cáliz de licor
que incinera nuestra sangre compartida