De talle alto,
belleza al natural
y sonrisa veraniega;
firme en su carácter,
forjado en decepciones,
que ya no la convence cualquiera;
de alegrías profundas,
veladas que no ensueñan
y tristezas que se entierran;
así es esa mujer,
completa en expresiones,
sobre cuarenta primaveras.
Su piel tan sólo devela
el paso de los años
que formó su vida entera;
formó ilusiones en su vientre,
pasiones en su corazón
y locuras, que vivir quisiera.
Su piel tan sólo dibuja
el más bello paisaje
de una natura inmensa,
que con imperfecciones
de infortunios presentes,
uno, bendice su existencia.
Así… es esa mujer madura,
perpetua en sus encantos
que por poco provoca demencia;
imponente en sus caderas,
con pazos de firmeza,
sexy y tierna en su presencia.
De valor, incalculable,
templanza en su carácter
que sabe y decide lo que quiera;
de pijamas sueltas en la casa,
tacones y falda en las aceras;
elegante y sobria por demás…,
así es... de bella…
la mujer más de cuarenta...